Pocas cosas decepcionan tanto como abrir un trozo de queso que, hace unos días, estaba perfecto y ahora ha perdido su sabor, su textura… o incluso se ha echado a perder. Cómo conservar el queso adecuadamente no es solo una cuestión de duración, sino de respeto por un alimento que ha pasado semanas o meses madurando para ofrecernos su máximo esplendor.
Aquí te explico cómo guardar cada tipo de queso de forma óptima para que dure más y conserve todas sus propiedades.
El queso es un producto vivo. Incluso después de llegar a casa, sigue evolucionando. Su textura, sabor y aspecto pueden cambiar con el tiempo, especialmente si no se conserva en las condiciones adecuadas. Los factores clave a controlar son:
No todos los quesos requieren las mismas condiciones. De hecho, aplicar una única regla general puede ser un error.
Los quesos de cabra como el SOIGNON tienen una humedad media-alta y suelen venir con corteza natural o en formato rulo. Lo ideal es guardarlos en la parte media de la nevera (unos 6-8 °C), dentro de su envoltorio original o en papel vegetal. Evita el film plástico directo, ya que impide que respire y acelera la aparición de moho.
Si lo has cortado, cambia el papel cada dos o tres días. Si viene en medallones o porciones individuales, puedes conservarlos en un tupper hermético con una hoja de papel absorbente en la base.
El feta, como el Danish White Cheese de Eurial, suele venir envasado en su propio líquido. Esa salmuera no solo conserva el queso, sino que le aporta su textura característica y evita que se reseque. Lo más importante: nunca tires el líquido. Si lo retiras por completo, el queso se seca en apenas un par de días.
Una vez abierto, guárdalo en un recipiente con tapa, cubierto por la misma salmuera. Si se termina, puedes hacer una casera con agua, sal y un chorrito de vinagre blanco.
El brie es un queso blando con corteza comestible que sigue madurando en el frigorífico. Por eso, conviene envolverlo en papel parafinado o de horno y guardarlo en la parte menos fría de la nevera (la zona de los vegetales suele ser ideal).
Si lo cubres con plástico, lo “asfixias” y la corteza se pudre antes de tiempo. El papel permite que respire y se conserve mejor, evitando sabores amoniacales. Recuerda sacarlo de la nevera unos 30 minutos antes de consumirlo para disfrutar al máximo de su textura cremosa.
El queso crema debe conservarse a 4 °C, bien cerrado y protegido del aire. Al ser un producto muy húmedo, es más sensible a la contaminación cruzada. Usa siempre cucharas limpias para servir y evita dejarlo fuera más de lo necesario.
Una vez abierto, lo ideal es consumirlo en un máximo de 5 a 7 días. Si notas cambios en el olor o en la textura (exceso de agua, separación de fases), es mejor no arriesgarse.
Depende del tipo de queso. Si es un queso duro o semicurado, puedes cortar la parte afectada generosamente y consumir el resto. Pero si es un queso blando o fresco como el feta o el crema, lo más seguro es desecharlo.
Conservar bien el queso es la mejor manera de honrar su proceso de elaboración y disfrutarlo al 100 %. Cada tipo tiene sus particularidades, y conocerlas puede marcar la diferencia entre un bocado sublime y uno que se va a la basura.
Elige quesos de calidad como los de Eurial, que ya te lo ponen fácil con formatos prácticos y frescura garantizada. Y recuerda: el queso no es eterno, pero con cariño y cuidado, puede durar más de lo que imaginas… y estar aún más bueno.